25 de Agosto del 2008
Hace siglos que no tengo la dicha de entrar internet, o mejor dicho, de escribir unas líneas en este humilde blog ( jaja ni yo me lo creo).
Y es que, como comprenderán, para una persona que no goza del servicio de internet en casa como yo, le es bastante difícil reunir el valor como para ir a sentarse en una silla de plástico junto a media docena de chibolos gritando exitados por un juego virtual, como para ir a ampollarse los dedos mientras teclea esta porquería más parecida a una máquina de escribir de antaño que un teclado viejo.
Pero hoy lo hice, y la verdad es que no sé que escribir, sólo puedo decir que el título se debe a que el resto de mis escritos están relacionados con el clima, y que a pesar de la demencia de éste, no me he resfriado... hasta ahora.
Después de una semana por fin puedo continuar escribiendo, como, por supuesto, ustedes no se han dado cuenta, déjenme decirles que tuve que abandonar este blog por dos razones: Porque la hora de alquiler de la máquina venció y porque el resto de los días he estado con resfrío de muerte. Mejor dicho, estos últimos seis días han estado a punto de convencerme de que existe el castigo divino y que el destino tiene voluntad propia. Es casi inconcebible pensar que nada más saliendo rumbo a mi casa empezaran los síntomas del resfrío. Hoy vuelvo para terminar esto.
La verdad es que no sé para qué empecé a escribir esta entrada, porque, honestamente, no sé que contar...
A veces hacemos, decimos o peor (como en mi caso), escribimos cosas sin razón alguna, sin ninguna garantía de cordura y sin tener propósitos claros. ¿Por qué? Instinto? Un impulso? Simplemente... nos da ganas y punto, eso es lo que me pasó al empezar aquí.
¿Cuál es el objetivo de todo esto? ¿Cuál es el objetivo de estudiar, tener una profesión, ir al trabajo, ganar dinero, tener hijos y construir una casa si a fin de cuentas nos morimos sin más?
Ya que hemos sido arrojados al mundo sin pedirlo, y somos libres, independientes y responsables de todo lo que hacemos sin haberlo deseado, ¿Qué mas no queda que intentar mejorar nuestra fugaz existencia?
Creo que he dado en el clavo.
¿Qué otra razón de vivir podemos tener si no es la de mejorar y enseñar a los demás a mejorar? Ya que estamos irremediablemente aquí y ahora, disfrutemos y hagamos que los demás disfruten con nosotros.
A mi me encanta el mundo y creo que lo estoy escribiendo para dar la oportunidad de que alguien también se vea encantado por él.
Escribo esto porque quería gritar a los cuatro vientos que estamos entrando a la primavera, pronto los árboles revivirán y las flores se despertarán después de tan largo sueño. Más tarde vendrá la lluvia, claro signo de que el mundo está vivo igual que yo. Escucharé la sinfonía del agua acariciando el aire, uniéndose a la tierra, creando verdadera vida a su paso.
Oiré luego a los arroyos y a los ríos, bailando con las piedras que los acompañan, vociferado: Aquí estoy!
Solo faltan unos meses, y ya el planeta se estremece, los remolinos y los vientos voraces de este lado del mundo están practicando para llevarse a las nubes, el Sol avanza más lento para llamar seduciendo majestuosamente a las aguas. Hoy las estrellas brillan con más fuerza, porque, vanidosas como son, saben que dejarán de ser vistas por un tiempo, tiempo en el que durará la fiesta en el firmamento, en su firmamento.
Es lo que espero, con todo mi ser, un grán espectáculo, manifestación de aquello que no muchos ven:
La lluvia al caer.
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