lunes, 5 de marzo de 2012

SE ALQUILA

Terreno agrícola de la mejor calidad apto para todo tipo de cultivo en Fundo La Ayapana, Nasca, Ica, Perú.


  • ÁREA DISPONIBLE: 16 has 
  • RECURSO HÍDRICO: Abundante, todo el año. Pozo tubular de 10 pulgadas. 
  • UBICACIÓN: 14º49'26.38''S y 75º04'12.04'' O 
  • Altitud: 410 m.s.n.m. 
  • RELIEVE GEOGRÁFICO: Plano 
  • DISTANCIA DE LIMA: A Nasca 444 Km. por la Panamericana Sur que se encuentra en perfectas condiciones. 
  • DISTANCIA DE NASCA: a Ayapana 14.5 Km aproximadamente, 4km de carretera y el resto de trocha carrozable que permite el paso de cualquier tipo de vehículo 
  • ACCESOS: 3, en los kilómetros 440, 447.5 y 452 de la Panamericana Sur.
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    domingo, 4 de marzo de 2012

    No te vayas...

    Hola Ayapana, la idea de dejarte me aturde...

    ya hemos estado lejos, es verdad, y hemos sobrevivido pero puedo asegurarte, Ayapana, que no hay nada más parecido a la felicidad que dejarme abrazar por ti. No puedo imaginar mi vida sabiendo que ya no pertenecemos el uno al otro... la idea de no poder volver a tí nunca más es perturbadora. Cuántas horas he pasado contemplándote, cuidándote, haciendo travesuras y ensuciándome contigo. Eres la vida misma.

    ¿Dónde podré observar las estrellas? ¿Dónde más podré salir a pasear en bicicleta sola, con el viento en la cara, oyendo el silencio de tu grandeza? ¿Cuándo volveré a emocionarme porque llueve o porque el río ruge por la madrugada? ¿Dónde más podré ser libre? Este es el paisaje de mis ojos, donde puedo ser yo, pura y sinceramente yo. Acaso no puedes acompañarme? Podrás recordarme? Ven conmigo o la mitad de mi alma se quedará contigo, con el viento, con tu silencio... con todas aquellas cosas de las que alguna vez renegué, pero que le dieron vida a mi existencia. ¿Podré acostumbrarme a los días sin tí, Ayapana? ¿Cómo olvidar la pureza de tu aire, el agua fresca, ese algo que te hace sentir tan bien?

    Dime Ayapana, ¿Cómo abandonar aquello que te hace feliz?

     

    sábado, 15 de agosto de 2009

    Dos años ya

    Nasca, Ica, Perú.
    Seis y media de la tarde, mas o menos.



    Qué tristeza, cuánto dolor y desesperación que nos dio esa noche…

    Estaba mareada, no pensaba, quería vomitar… y ni siquiera esta ebria, el colmo!!! Iba a morir sin saber lo que se siente meterse una bomba de aquellas. Cuándo? Cómo empezó? Ya terminó? Soy yo? Es la tierra? Es dios? Por qué? Por qué ahora? Por qué así?

    Era de noche, el cableado se tambaleaba sobre mi cabeza... Se hizo la oscuridad, pero podía ver a la gente en la pista… los autos se detuvieron y los choferes se bajaron, querían por lo menos sentirlo … Entonces empezaron los llantos, los rezos de última hora, las despedidas y las mariconadas en su máximo esplendor. Qué cosa!!!

    Y mis hermanos en el segundo piso de un supermercado, sin barandas, sin luces, sólo ellos… Aquí, en Nasca, todo lo importante está a cuatro cuadras, pero ese día algo quiso que yo estuviera a una cuadra de lo más importante en ese momento…

    Cruzé la calle sin mirar, qué estúpida. Subí a la vereda para correr, aunque creo que nunca lo hice, qué tarada… La voz de un hombre me sacó de mi autismo temporal… ¡Esa pared se me venía encima y yo caminando hacia ella! Bajé de nuevo… Cuerpos y más cuerpos… Víctimas y héroes que no sabían… nada. Grité y no pude escucharme… Grité más fuerte y no me escucharon, qué tonta… como si a alguien le importara si vieron o no a mis hermanos.

    Una mano me alcanzó, tironeando de la manga del abrigo, ¡Qué egoísta!. Mi buen amigo, en vez de enfilar a su casa, me había seguido en mi ruta suicida… con un celular en la mano, claro. Todavía no entiendo cómo hizo para no caerse de bruces… Moverse en movimiento no es tarea fácil. Debo admitir que en ese momento no tuve la más mínima consideración porque sólo me importaba entrar al supermercado, cuyo segundo piso era mi hogar, donde seguramente estaban mis hermanos.

    Los muy imbéciles habían cerrado las puertas al apagón. Si, pues, para que los choros no entren ni salgan… Ahora no podían abrirla, la maldita reja estaba descuadrada y la gente agolpándose contra ella no ayudaba. Mi llave??? No se me ocurrió… No sé si la tenía, igual no hubiera importado, con la tembladera me hubiera sido imposible hacer encajar la maldita basura en la cerradura de porquería. Grité de nuevo y felizmente me escucharon, o me vieron… Sabían que de seguro había alguien arriba… Lograron abrir un poco la puerta y (no tengo idea cómo) me metí donde la gente trataba de salir… Me imagino que el gordo de Papanoel me pasó un poco de ese talento para meterse en las chimeneas de diez por diez.

    Ya estaba adentro… pero seguía moviéndose, subir era, en el mejor de los casos, equivalente a varios miembros rotos. Entonces actuó Raúl, mi amigo, vociferó… Fue el grito por el cual le estaré agradecida toda mi vida. Yo no me atrevía a subir, pero tampoco quería darme con la sorpresa de que ellos estaban atrapados ahí… o peor, que no estuvieran. Inmediatamente aparecieron una Adri y un Enrique, abrazados a más no poder, aterrorizados… y empezaron a bajar (otra ya-saben-que más). Todo estaba hecho… ¡No corran! Les dije… y como buenos hermanos menores, se frenaron y, aunque 3 segundos más tarde, llegaron enteros a la primera planta.

    Raúl se despidió de mí, no me acuerdo qué me dijo ni qué le contesté… Pero tanto él como yo entendimos: Cuídate y suerte.

    La tierra seguía temblando… o eran mis piernas??? Dicen que fue interminable, yo no sé decir. Entonces llegó mi madre, que para su desgracia estaba muchísimo más lejos que yo. Llegó corriendo, después de caer al suelo tres veces, pero eso es otra historia. Sonó el teléfono, era mi padre, qué alivio, todos estábamos enteros.

    Entonces observé el llanto colectivo, ya no fúnebre, si no de buen susto y adrenalina en todo el cuerpo. Volvió a sonar el celular, era mi tía, desde Lima, que se había enterado del epicentro porque su hija, que estaba en Miami, vio en la tele que Perú estaba siendo azotado por un terremoto catastrófico. Ella también lo había sentido, y tenía el deber de informar al resto de la prole si estábamos en problemas. La tranquilicé, lo cual me tranquilizó. Esa fue la última vez que usé mi preciado Siemens A56 color azul de pantalla naranja. El buen celular sirvió, y muy bien (considerando que las líneas habían colapsado), y luego no volvió a encender…

    A la una de la madrugada nos despertamos con una réplica fuerte. El ventilador de techo se balanceaba (no lo usamos después de eso) y las cosas que no habían terminado de caer, lo hicieron. Paró. Y todos quedaron dormidos. Y fue cuando experimenté lo que pensé que nunca experimentaría: Perdí el control, temblaba, de pies a cabeza, sin poder hacer nada, y así me saqué todo el susto que me había aguantado antes. Mi madre me escuchó, como siempre, me abrazó y se quedó hasta que dejé de temblar, incluso cuando me quedé dormida.

    El resto es historia. Descubrí que tenía un amigo de verdad; unos padres sin igual, un cariño fraternal tan grande como no imaginé; una idiotez circunstancial, repito, circunstancial; un autocontrol no tan controlado y la certeza de que Dios me quiere y me protege, aunque no le haya rezado en el momento crucial.

    Amo los temblores porque te ponen al descubierto a ti y a lo que te rodea. Son los segundos en que la vida se simplifica: Vivir o no, con quienes y a costa de qué.



     

    jueves, 2 de julio de 2009

    La Selva Negra

    Nasca, Ica, Perú
    02 de Julio del 2009


    ¿Cómo pueden situaciones normales convertirse en una donde está en juego una vida o, en su defecto, en una tan hilarante?


    Mañana es cumpleaños de mi papá y de mi hermano.
    Obviamente no hay cumple sin torta. Es por eso que mi papá compró anticipadamente una riquísima Selva Negra en Ica (una ciudad como a 2 horas de aquí).
    Hoy llamaron para confirmar el envío. Mi papá les dijo que no importaba cómo, pero la torta tenía que estar aquí. O ellos la enviaban o él enviaba a una persona a recogerla. (¡ERRROR!)
    Quedaron en volver a llamar. Mientras mi papá salió apurado a mí me dejaron a la custodia del teléfono.

    Yo esperaba y esperaba. Y no sonaba. Y tenía frío. Qué diablos. Subí a la azotea para recoger el edredón que lavamos ayer, de paso que me caía un poco de sol y me quitaba el entumecimiento que me perseguía toda la mañana.
    Descolgué el edredón y empecé a luchar por doblarlo. Yo sudaba y él pesaba una tonelada, se negaba a ser reducido a un cuadrado.
    Entonces fue cuando lo escuché: Riiiing
    OMG!!! La vieja desgraciada de la pastelería se le ocurría llamar justo ahora.

    Era la torta o mi vida.

    Me tiré la cubrecamas en los hombros, tratando de que se alejen de mis pasos. Bajé al segundo piso, me di toda la vuelta, empecé a bajar al primero, me estaba enredando... riiiing... riiing... ya van a colgar, ya van a colgar. Invoqué a superman y a todos los héroes con capa que pasaron por mi mente.
    Casi me mato cuando tropecé con el patín de mi hermano y por poco me estampo contra la pared. Llegué al telefono. No sonaba. Levante el auricular y dije apurada: Aloooooo
    La vieja contestó... ufff, nunca pensé sentir tanto alivio al escuchar esa voz destartalada.
    Obviamente, me salió con el cuento de que por la inauguración de un nuevo local no podrían enviar a una persona, así que me dijo: "Nos es BASTANTE IMPOSIBLE mandar la torta. Mande usted a una persona y me llama."
    La maldije. Sin embargo, contesté: "Ok, señora. Yo le digo a mi papá para confirmar la hora" Y mientras la mujer me daba los detalles de su incumplimiento, mi madre bajó del segundo piso, extrañada por mi conversación sobre "el envío".
    La mujer me preguntó si la recogeríamos hoy mismo, yo contesté que por supuesto, por algo habíamos quedado así.
    Entonces mi queridísima madre me pidió el teléfono.
    "pero... ya quedé con ella" le dije a mi madre.
    "dame no más, laura" Y me quitó el auricular de las manos.
    En un santiamén mi mamá la despachó y le dijo a la pastelera que viera la forma de enviarla, pues para nosotros era difícil enviar a una persona sólo para recoger la torta cumpleañera. La pobre mujer dijo que iba a "coordinar" y que en un ratito volvía a llamar.
    Yo, por supuesto, hervía de la ira: Tanto sacrificio, bajar las escaleras con el peso del edredón encima, con el peligro de rodarme escaleras abajo y aún así había que esperar que termine de hablar con la vieja para que mi mamá bajara las escaleras con total traquilidad y modificara todo lo que habia acordado en menos de medio minuto.
    ¿Para qué diablos (por no escribir otra cosa) esperó que yo contestara el telefono si ella estaba muchísmo mas cerca que yo?
    ¿Para qué michi esperó que terminara de hablar para pedirme el auricular?

    Finalmente, ella colgó el teléfono diciendo que la vieja se quería pasar de lista, bueno, en algo tenía razón. Y agregó: Laura!!! Que inconciente!!! ¿Por qué no cerraste la puerta de la azotea cuando bajaste?
    -

    sábado, 6 de diciembre de 2008

    Verano en diciembre

    Nasca, Ica, Perú
    Diciembre del 2008

    La mejor época. No lo digo porque Navidad está a un paso. Es cierto que es una fecha en la que comemos rico, cocinamos todos, ponemos mantel, limpiamos la casa, nos arriesgamos con pirotécnicos y nos divertimos. Por lo menos así es en mi casa; pero para desgracia del viejo panzón con su filosofía del triple JO o para el hijo de Papi que cumple años en diciembre aunque la humanidad no esté enterada de cuando nació realmente; esto no es así. Navidad ahora es una buena oportunidad de hacer negocio redondo, es como el día de la Madre, pero la diferencia es que ahora los principales consumidores son los insaciables niños citadinos con padres que babean por ellos. Y eso que no había mencionado el rico chocolate caliente de Nochebuena con 32 grados centígrados en el ambiente. Con estos sacrificios tal vez Dios podría perdonarnos algunos pecadillos sin tener que enviar al pobre Jesús para que pague los platos rotos. ¿O habrá sido voluntad de Dios que Europa nos contagie toda su cultura? En ese caso, habría hecho que las estaciones coincidan en todo el globo, no?

    Bueno, bueno. Si usted, el lector, que asumo debe ser alguien muy cercano a mí, ya ha logrado leer hasta esta línea, lo más probable es que haya adivinado la verdadera razón de esta redacción: La lluvia, por supuesto. Sí, sí, yo se que puede caer pesado, como el riiing de su timbre el domingo por la mañana, pero prometo no aburrirlo tanto como espera. Listos o no, allí voy…



    Es domingo 7 de Diciembre, linda fecha, lindo día. El lunes es feriado, sólo quedan 4 días de colegio en mi vida, 11 para mi fiesta de promoción, 18 para Nochebuena y un puñado más para cambiar este año por uno que no se sabe si promete o no buenas noticias. En fin, como no pienso “prepararme” para la evaluación final, le prepuse a mi padre que aseáramos el interior del auto, asqueroso gracias a sus viajes a la Ayapana y a los paseos furtivos que terminan en el sanguchero de la Plaza Mayor.

    Esperamos que el sol se oculte tras los penachos, nubes como algodón. El sol nos está friendo mientras algunas nubes se pasean de este a oeste allá en lo alto. “NO hay esperanzas” suspiré.
    Hace meses que sueño despierta con esas gotas divinas que caen no precisamente de la ducha.
    Saqué un paño, un balde a medio llenar con agua enjabonada, una escobilla y el recogedor a falta de aspiradora. Enrique y papá sacaron los protectores de los pisos y sin mayor ceremonia los escobillaron con detergente. Yo empecé a luchar con la basurilla maldita que se mete en los rincones más inoportunos… Sacude aquí y friega allá. ¿Cómo es posible que un carro se ensucie de esa manera?

    Como me lo esperaba, la fregadera de los pisos terminó pronto. Si no fuera porque a papá se le ocurrió limpiar los vidrios por dentro, en este momento estaría limpiando sola mientras observo como mi hermano ofrece su vida al diablo montándose en su Slate amarillo asesino. Como nunca me lo esperé, el spray limpiavidrios se acabó. Yo esperaba que la compañía me iba a durar gracias a que papá tenía que luchar con las huellitas digitales pegadas al vidrio. Me quedé sola.

    Felizmente ya estoy acabando y, aunque no acabe, dentro de poco tendré que dar por terminada la faena: El sol se oculta más rápido de lo que un fotógrafo o alguien que limpia su auto desearía. Mientras la luz se me escapaba, Adri salió despavorida de la casa seguida por los gritos ninja de Enrique que usaba el no muy antiguo spray del limpiavidrios como pistola de agua. No puedo decir si es locura generalizada o unión familiar. De todos modos se divierten. Cuando estuvieron lo bastante mojados para pescar un resfrío o algo más grave mi papá los mandó a cambiarse. En tanto ya había oscurecido así que me dispuse a terminar de una vez por todas con el aseo. Saque toda la porquería. Una botella de Coca Cola debajo del asiento, un periódico de octubre en el portavasos y la botella de veneno para mosca blanca en el cenicero que tanto había buscado. Recogí todos mis trapitos y devolví el protector de sol al tablero. Levanté la mirada y pude ver el parabrisas ametrallado por Enrique. “Lo van a matar”, pensé. De pronto me di con la sorpresa que el parabrisas seguía mojándose, y no había ningún Enrique, ni ningún spray alienado. Entonces…

    Salí del carro tan rápido que por poco termino en el balde de agua y jabón, ahora notablemente más sucia. Corrí hasta el más cercano: mi padre, y antes de llegar a él, como adivinando, se volvió hacia mí y con una sonrisa en el alma, habló por mí: Está lloviendo.

    La emoción que me embargó al enterarme que la lluvia no era un desvarío de mi mente sólo podría describirse con una palabra que Mary Poppins me enseñó: Supercalifragilisticoespidalidoso.



    Salté y grité que llovía como si tuviera la edad de Enrique. Cuando por fin me callé pude escuchar el caer de cada gota, pude sentir como rozaban mis mejillas y arruinaban mi visión al toparse con mis anteojos. Desapareció el tiempo y no recuerdo muy bien que fue lo que pasó con el espacio. En ese momento sentí que era más feliz que nunca en mi vida. Fueron los 3 minutos más eufóricos de Diciembre. Seguro exagero, y probablemente a muchos les parecerá que un poquito de agua no es gran cosa. Pero nadie me va a quitar ésta historia, este mini pedacito vivido, ésta primera lluvia en la temporada.

    lunes, 25 de agosto de 2008

    Invierno loco, con moco por poco

    Nasca, Ica, Perú
    25 de Agosto del 2008

    Hace siglos que no tengo la dicha de entrar internet, o mejor dicho, de escribir unas líneas en este humilde blog ( jaja ni yo me lo creo).

    Y es que, como comprenderán, para una persona que no goza del servicio de internet en casa como yo, le es bastante difícil reunir el valor como para ir a sentarse en una silla de plástico junto a media docena de chibolos gritando exitados por un juego virtual, como para ir a ampollarse los dedos mientras teclea esta porquería más parecida a una máquina de escribir de antaño que un teclado viejo.

    Pero hoy lo hice, y la verdad es que no sé que escribir, sólo puedo decir que el título se debe a que el resto de mis escritos están relacionados con el clima, y que a pesar de la demencia de éste, no me he resfriado... hasta ahora.

    Después de una semana por fin puedo continuar escribiendo, como, por supuesto, ustedes no se han dado cuenta, déjenme decirles que tuve que abandonar este blog por dos razones: Porque la hora de alquiler de la máquina venció y porque el resto de los días he estado con resfrío de muerte. Mejor dicho, estos últimos seis días han estado a punto de convencerme de que existe el castigo divino y que el destino tiene voluntad propia. Es casi inconcebible pensar que nada más saliendo rumbo a mi casa empezaran los síntomas del resfrío. Hoy vuelvo para terminar esto.

    La verdad es que no sé para qué empecé a escribir esta entrada, porque, honestamente, no sé que contar...

    A veces hacemos, decimos o peor (como en mi caso), escribimos cosas sin razón alguna, sin ninguna garantía de cordura y sin tener propósitos claros. ¿Por qué? Instinto? Un impulso? Simplemente... nos da ganas y punto, eso es lo que me pasó al empezar aquí.

    ¿Cuál es el objetivo de todo esto? ¿Cuál es el objetivo de estudiar, tener una profesión, ir al trabajo, ganar dinero, tener hijos y construir una casa si a fin de cuentas nos morimos sin más?

    Ya que hemos sido arrojados al mundo sin pedirlo, y somos libres, independientes y responsables de todo lo que hacemos sin haberlo deseado, ¿Qué mas no queda que intentar mejorar nuestra fugaz existencia?



    Creo que he dado en el clavo.

    ¿Qué otra razón de vivir podemos tener si no es la de mejorar y enseñar a los demás a mejorar? Ya que estamos irremediablemente aquí y ahora, disfrutemos y hagamos que los demás disfruten con nosotros.

    A mi me encanta el mundo y creo que lo estoy escribiendo para dar la oportunidad de que alguien también se vea encantado por él.



    Escribo esto porque quería gritar a los cuatro vientos que estamos entrando a la primavera, pronto los árboles revivirán y las flores se despertarán después de tan largo sueño. Más tarde vendrá la lluvia, claro signo de que el mundo está vivo igual que yo. Escucharé la sinfonía del agua acariciando el aire, uniéndose a la tierra, creando verdadera vida a su paso.

    Oiré luego a los arroyos y a los ríos, bailando con las piedras que los acompañan, vociferado: Aquí estoy!

    Solo faltan unos meses, y ya el planeta se estremece, los remolinos y los vientos voraces de este lado del mundo están practicando para llevarse a las nubes, el Sol avanza más lento para llamar seduciendo majestuosamente a las aguas. Hoy las estrellas brillan con más fuerza, porque, vanidosas como son, saben que dejarán de ser vistas por un tiempo, tiempo en el que durará la fiesta en el firmamento, en su firmamento.



    Es lo que espero, con todo mi ser, un grán espectáculo, manifestación de aquello que no muchos ven:


    La lluvia al caer.

    viernes, 15 de febrero de 2008

    Verano, a ver si me esperas

    Lima, Perú
    15 de Febrero del 2008

    Mis predicciones se cumplieron, si bien no las "publiqué" aquí, mi familia sabrá que me he pasado registrando los "hechos metereológicos" que mis pocas fuentes han podido detallarme.

    Al principio del verano mis pronósticos se "estrellaron" contra el muro de los hechos verdaderos... Y es que yo no había previsto que el 2008 se afeminaría metereológicamente, y menos aún que el fenómeno de "La Niña" fuera esta vez el encargado de alterar nuestro tiempo... Entonces me dediqué a reformular mi teoría, y me pase pregonando como una loca durante todo enero que el 15 de febrero, después del Día de San Valentín, el clima volvería a dejar en claro que es muy poderoso, por lo menos en Nazca.

    Y fue así. Hoy, mi padre que está con un muy fuerte dolor a la columna, me avisó desde Nazca que el río había inundado la ciudad, no es muy grave, pero comparado a los hechos anteriores (lo más fuerte fue una extraña lluvia regular, cosa que NUNCA ocurre en ese valle), esto es un verdadero escándalo, y exactamente en el aniversario de la gran lluvia!

    Para mi grandísima desgracia, no estoy allí para cumplir mis sueño periodístico de fotografiar las calles transformadas por la naturaleza, y ni hablar sobre escribir sobre el acontecimiento como solo aquellos que han estado presente.



    Aunque sé que mi partida a Nazca será pronto (las clases empiezan en dos semanas), ansío con toda mi alma el día en que suceda, pero, mientras tanto, escribo en este blog plomo inaugurado por mi, tratando de escribir lo que quizá no sea el desenlace de mi locura climática, todo depende del Verano, a ver si espera que llegue a Nazca para exprimir la últimas gotas de la temporada.

    Asi que, si alguien, por casualidad, llegara a prestar atención a este aburrido conjunto de caracteres inventados por nuestra absurda cultura; y lo mas importante: si entiende los sentimientos que, por muy loco que suene, tratan de transmitir; no es necesario que os diga:

    Rueguen al verano para que espere mi retorno a "la ciudad de su eterna estadía", y así poder ser testigo de su poder en pleno apogeo.